domingo, 10 de julio de 2016

Xochipilli: El Bello Príncipe de las Flores

Xochipilli:
El Bello Príncipe de las Flores

Describir al Santo Niño, al Hijo de la Promesa, es contraproducente; porque no se puede explicar un sentimiento, porque va más allá que todas las palabras juntas, y nunca nos acercaríamos realmente a quien es Él, y Su significado en este mundo. Podemos decir una serie de adjetivos que lo describen: Joven, bello, andrógino, bisexual, divertido, artístico, musical, poético, encantador, natural, juguetón, libre, extático, alegre, etc.

Después pasaríamos a darle un significado conceptual, es el sol naciente, como han creído algunos eruditos con los que discrepo; está relacionado con el sol, es cierto, pero Xochipilli es en verdad, ¡El Espíritu de la Vida Naciente, Juvenil! Es el sol, la fauna, la flora, la siembra, la juventud humana, el éxtasis, los alucinógenos, la alegría de vivir, el amor, la sensibilidad. Está relacionado con el verano y la calidez de la primavera, con el sol naciendo en el horizonte, con la alegría de la vida, tan propia del pensamiento tolteca; o en palabras de la historiadora y arqueóloga, Esther Pasztory:

“… Creo que el objetivo azteca era la gloria militar y aplazar el colapso del universo; mientras que para los toltecas, su objetivo era hacer un paraíso en la tierra”.[1]

Este es el Señor que adoramos, en su aspecto más juvenil y encantador; y se le puede relacionar fácilmente con otros Dioses del mundo antiguo.[2] Como Señor de las Flores, es el bello retoño que nos habla de la vida en el ciclo agrícola, es la parábola hermosa y reinante de los ciclos naturales. Su adoración no requiere más sacrificios que un corazón puro, idealista y entregado; sus ritos deben ser de flores, danzas, perfumes y cantos.

Se puede identificar claramente con Tláloc, ambos tienen, por ejemplo, su propio paraíso; Tláloc tiene el Tlalocan, Xochipilli el Xochitlicacán; además de confusiones furtivas, por ejemplo, el icono de la Gran Diosa de Teotihuacan, que ha sido identificada con Tláloc, o Xochiquetzal.* Por otra parte, las lagrimas de los niños, aseguran la buena temporada temporada de lluvias a lo largo del año.
 
Como Señor del éxtasis, nos ayuda a derribar nuestro pensamiento lógico, y así obtener una visión más compleja e intensa de la vida; nos da los regalos que son fruto de la Madre Tierra. Así es como, Julio Glockner, en El Señor de las Flores, dice que María Sabina[3] había dicho de los hongos alucinógenos, lo siguiente:

“Cuando más entras en el mundo de los niños, más cosas se ven, y miras nuestro pasado y nuestro futuro como una sola cosa, que ya se llevó a cabo, ¡Que ya sucedió!... Veo y sé millones de cosas. Conozco y veo a Dios.”

El mundo de los niños, es el mundo del Espíritu de la Vida Niño, nuestro amado hermano y Padre, Xochipilli; Hijo Santo de Nuestra Amadísima Madre, Xochiquetzal. En, Una aproximación a Xochipilli,[4] podemos leer el siguiente poema, dedicado a Piltzintecuhtli,[5] Señor Niñito, otro de los nombres de Xochipilli:

Cantos festivos, pintura de flores
viene soltando, viene desplegando: ¡OídIo!
Viene entre mariposas y en el musgo acuático, su casa
entre luces canta y llega.
Sobre luminoso sitial está erguida la Flor,
sólo flores esparce su canto ¡Haya placer!
Floridas flautas resuenan en su casa:
allí es esperado El: hay gozo, se canta al son de trompetas
hay felicidad allí .
En casa de zapote enflorado
adornada con flores acuáticas
estás colocado:
¡En asiento de florido zapote estás puesto, oh Padre Nuestro!
 Tu roja flor que huele a maíz tostado,
estás abriendo la corola aquí en México:
¡En ti beben la miel brillante mariposas de la tierra!
en ti beben la miel las aves, como águilas que vuelan.
 Cual sol de oro brilla tu mansión tornasol de zapote.
tu casa está entre flores acuáticas de jade:
¡Tú en Anáhuac imperas!
Se esparcen flores, suenan cascabeles:
es tu atabal, oh Príncipe.
Tu eres roja flor de pluma:
abriendo estás la corola aquí en México.
Estás dando fragancia en el mundo:
sobre los hombres se difunde.
Una esmeralda cayó al suelo,
nació una flor: ¡Es tu canto!
¡Cuando entonas tus cantos aquí en México,
el sol dura brillando!

En este poema podemos fácilmente deslumbrar, que Xochipilli, no era una deidad menor como nos quieren hacer pensar; se dice que ¡Él impera en el Aháhuac! ¡Y que con sus cantos, el sol dura brillando! El mismo texto, lo relaciona con Xipe Tótec, y con Centeotl, Dios del Maíz. Más de uno creemos que se trata del mismo Dios, diluido, o no entendido con el paso del tiempo. La dualidad de Nuestro Dios, es el Dios del sacrificio que muere para darnos la vida y poder alimentarnos. Esta es su forma de Xipe Tótec, Nuestro Señor Desollado, que es el maíz que nos alimenta, la mazorca que tenemos que desollar para posteriormente utilizar los granos de maíz.



Nuestro Príncipe de las Flores, nos recuerda la enorme importancia que le daba la gente del Anáhuac a los niños; y es fácil entonces saber porque mientras en Europa eran algo más que caballos y bienes sin importancia; el Anáhuac tenía un sistema educativo alto y refinado, y abierto a todas las clases sociales. Explicando la veneración al Señor de las Flores, sabremos porque los adultos anahuacas, amaban y veneraban a sus hijos; no eran una extensión de ellos mismos; sino que eran hijos de la vida e imágenes sagradas del Dios Xochipilli. Incluso también lo han relacionado con el día viernes. 





El gusto de los mexicas por la androginia, lo podemos constatar a los sacrificios a Tezcatlipoca Negro. En dichos sacrificios, se capturaba a un joven bello y mozo,  con el cabello largo hasta la cintura; y durante un año, se le trataba como Dios Encarnado.[7] En su aspecto mas juvenil, es patrón de la sensualidad masculina, entendida en todos sus ámbitos, el disfrute homosexual, bisexual y heterosexual de nuestros cuerpos.[8]

Según algunas fuentes, la veneración principal era con una danza hecha por once niños en honor al Santo Hijo de la Promesa. Como hermano, hijo y esposo de Xochiquetzal, es Ella misma y su dualidad, es la misma Diosa en hombre, y Ella a su vez, es el Dios Xochipilli en mujer.







[1] Pasztory, Esther (1971). "Los murales de Tepantitla, Teotihuacan" (tesis doctoral) Universidad de Columbia.
[2] Podemos equipararlo con Dionisos, Adonis, Tamuz, Osiris, Krishna, Attis, etc.
[3] María Sabina Magdalena García (n. 22 de julio de 1894, Huautla de Jiménez, Oaxaca – m. 23 de noviembre de 1985) Fue una curandera y chamán de la etnia indígena mazateca del estado de Oaxaca en México.
[4] Fernández, Justino, Estudios de la Cultura Náhuatl, UNAM, vol. 1, México, 1959.
[5] Quien ya ha sido identificado con otra forma de Tonatiuh, y también como Dios de los temporales, lo que lo vuelve a conectar con Tláloc.
[6] Sir James G. Frazer, la Rama Dorada, un estudio de Magia y Religión. 
[6] Greenberg, David. The Construction of Homosexuality (1990)
CRÉDITOS A LAS IMÁGENES, A QUIENES CORRESPONDAN. 

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